El caos no puede ser controlado una vez es introducido a una situación, todo el orden y la intención por manejarlo se vuelve inútil.
El resultado del caos nunca se puede predecir. La única certeza que trae es la devastación que deja a su paso. Llega un momento en nuestra vida cuando el control que nos mantiene cuerdos se desliza entre nuestros dedos y la mayoría de nosotros tenemos como finalidad recuperarlo. Una vez se desploma el caos, tenemos que volver a ver las cosas desde otra perspectiva y preguntarnos a nosotros mismos si podemos unir las piezas nuevamente.
No podemos saber cuanto va tomar arreglar el caos en el que nos encontramos, ni siquiera sabemos el papel que jugamos dentro del caos. No sabemos lo que vamos a enfrentar en el caos y tampoco si al momento de terminar con determinada situación, si realmente queda algo que valga la pena salvar.
La única forma o más bien, la mejor manera de luchar contra el caos que nos absorve es a través del caos y si hemos jugado bien nuestras piezas, hemos hecho un buen trabajo, sin embargo hay casos en los que no importa cuanto nos esforcemos, tenemos que darnos cuenta que algunas cosas simplemente no se pueden arreglar.