El tiempo es un espacio y se mueve como las olas del mar y así, nos revela lo que dentro de nosotros queremos saber, sentimos y que por momentos no podemos decirlo o escribirlo. El tiempo, es el destino de la lágrima que al caer hasta el labio, se vuelve el abismo del dolor y de la encrucijada realidad. El tiempo es como el mar, pues se mueve lento y el romper de las olas son el despertar, la iluminación y la fuerza reveladora que al llegar a la orilla nos entrega todo lo que hemos omitido o perdido de un sólo golpe.
El tiempo en ocasiones es la música del corazón y puede ser a varios niveles, por lo que no sé habla y sólo se siente; se siente que el amor que damos y recibimos es lo único que importa y lo único que se recuerda. Con el tiempo el sufrimiento desaparece; el amor permanece. ¿Te dije lo tanto que te ame?
El tiempo es hoy para mi, la tristeza más grande pues me está descorazonando lentamente. Pero resuelta a cumplir con mi compromiso de compartir mi corazón y de hacer que algo valga la pena, he comenzado a tomar decisiones, analizar y ver claramente lo que quiero pedir, exigir y vivir. El tiempo me dice que sea tenaz, pues la tenacidad es como el cuero, y la dureza como el granito, que la mente exigente es abierta, elástica, disciplinada y persistente.
Ya sé que decirte al verte, pues mi decisión fue tomada desde el primer día. Sin melodía qué sería de nuestro corazón? Si no existe es porque sólo falta, y es ahí, cuando amas y muerdes el mar porque buscas, exiges y pides más...